top of page
400 x 125.jpg
500x200 (1).png

El país que nos duele y el que soñamos: la juventud atrapada entre el abandono y la esperanza | Opinión de Miguel Balderrama

  • Foto del escritor: La Redacción
    La Redacción
  • 25 mar
  • 2 Min. de lectura

Ser joven en México hoy es caminar con miedo, con rabia contenida y, muchas veces, con una desesperanza que cuesta disimular. Nos repiten que somos el futuro, pero ¿cómo construirlo si el presente nos arrincona con violencia, abandono y promesas rotas?


Esta semana, las noticias nos volvieron a golpear con fuerza: un rancho en Teuchitlán, Jalisco, convertido en escenario de tortura y asesinato, donde jóvenes fueron reclutados por el crimen organizado a través de redes sociales. No es ficción. Es México. Es 2025. Y los protagonistas no son personajes de una serie, son chavos como tú y como yo.


Lo más alarmante es que no es un caso aislado. Las desapariciones en México ya superan las 100 mil. Muchos de ellos jóvenes. Muchos sin rastro. Y lo peor: sin respuesta. La estrategia del gobierno federal ha sido mirar hacia otro lado, minimizar la crisis, hablar de abrazos cuando lo que se necesita son acciones. Hoy, la política de seguridad ha dejado de lado a la juventud y ha normalizado un país donde desaparecer es parte del riesgo de ser joven.


¿De verdad ese es el país que merecemos?

Queremos un México donde ser joven no sea sinónimo de vulnerabilidad, queremos oportunidades reales, acceso a educación, empleos dignos, participación política, libertad para ser y construir.


El país que soñamos no se va a construir desde la indiferencia. Requiere voluntad política, sí, pero también ciudadanía activa. Necesitamos un gobierno que deje de usar a las juventudes como discurso y empiece a escucharlas, a integrarlas, a confiar en ellas. Políticas públicas que vayan más allá del asistencialismo y que realmente inviertan en nuestro presente.

¿Cómo llegamos a ese país? Con tres cosas: verdad, memoria y acción.


Verdad: reconocer que este modelo de seguridad falló y que la violencia nos está arrebatando a nuestra generación.

Memoria: no olvidar los rostros de los desaparecidos, de los reclutados, de los que ya no están.

Acción: organizarnos, participar, exigir, votar, ocupar los espacios desde donde sí se puede cambiar la historia.


Este país duele, pero también late con esperanza. Porque aún hay jóvenes que creemos que se puede. Y que no vamos a rendirnos.

Comments


bottom of page